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Un país menos feliz: El desafío de reconstruir el bienestar emocional en Chile

En el Día Mundial de la Felicidad, el Informe Mundial de la Felicidad 2024, desarrollado por Ipsos, trae consigo revelaciones significativas sobre el estado emocional de Chile.

Según el último Informe Mundial de la Felicidad, un 68% de los chilenos se autodeclara como una persona “feliz” o “muy feliz”, cifra que, si bien es considerable, posiciona al país ligeramente por debajo del promedio mundial del 71%. Este resultado ubica a Chile en una posición desafiante, siendo el penúltimo en el ranking de Latinoamérica y el número 22 entre 30 países estudiados.

Este descenso de 11 puntos respecto al año anterior puede atribuirse a una serie de factores, entre ellos, los desafíos económicos y la creciente sensación de inseguridad. La percepción del bienestar está intrínsecamente ligada a la estabilidad económica y la seguridad personal, por lo que estos cambios significativos en la percepción del bienestar no deben subestimarse.

El informe también arroja algunas luces sobre la felicidad en diferentes etapas de la vida, mostrando que las personas nacidas antes de 1965 reportan, en promedio, niveles más altos de felicidad en  comparación con las generaciones más jóvenes, como los millennials y la generación Z, hallazgos subrayan la importancia de entender y abordar las necesidades emocionales en todas las etapas de la vida.

Desde la perspectiva de la inteligencia emocional, el coach y experto en la materia, Joaquín Pincheira, señala que es crucial que reconozcamos estos resultados como una oportunidad para reflexionar y actuar. La inteligencia emocional implica la capacidad de entender, comprender y gestionar las propias emociones, así como las de los demás. En este contexto, es esencial que tanto a nivel individual como colectivo, se fomente la resiliencia emocional, la empatía y la búsqueda de un equilibrio entre las demandas externas y las necesidades internas.

Los desafíos económicos y la inseguridad pueden socavar la felicidad de las personas, pero también pueden servir como catalizadores para el cambio y la acción. Es por ello que resulta fundamental promover políticas y programas que no sólo aborden las necesidades materiales de la población, sino también su bienestar emocional y psicológico” señala el experto.

Asimismo, Pincheira sostiene que la educación emocional debe ser prioritaria en todos los niveles de la sociedad, desde la escuela hasta el lugar de trabajo. Fomentar la autoconciencia, la autoestima y la resolución de conflictos desde una edad temprana puede sentar las bases para una sociedad más feliz y saludable en el futuro.

En última instancia, el coach indica que “el Informe Mundial de la Felicidad 2024 nos desafía a repensar nuestras prioridades y a trabajar juntos hacia un futuro en el que la felicidad y el bienestar sean accesibles para todos los chilenos, independientemente de su edad, género o condición socioeconómica. En este viaje hacia una sociedad más feliz, la inteligencia emocional se erige como una herramienta poderosa y necesaria”.

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