Esta droga desarrollada como opción terapéutica para el manejo del dolor y como anestesia para cirugías, ha sido utilizada en los últimos años de modo ilegal, generando graves problemas de salud pública en países como Estados Unidos.
– Esta sustancia genera dependencia física y psicológica, adicción e intoxicaciones.
El fentanilo es un opioide sintético de alta potencia que se diseñó como una opción terapéutica para apoyo de los procedimientos de anestesia durante cirugías mayores, así como el manejo del dolor severo, principalmente de tipo postoperatorio o en algunos casos de ciertos pacientes terminales que cursan con dolor muy intenso. Sin embargo, en los últimos años su consumo derivó en problemas de adicción en países como Estados Unidos.
Según explicó el máster internacional en toxicología y químico farmacéutico Luis González, docente de la Escuela de Medicina de la Universidad de Magallanes, “el peligro de los opioides a modo general radica en que dan lugar a un fenómeno llamado tolerancia, el que en resumidas cuentas activa una serie de mecanismos fisiológicos que frente al consumo reiterativo van obligando al paciente a ir elevando progresivamente las dosis que consumen para lograr los mismos efectos previos. Los opioides exógenos, como es el caso del fentanilo, van a dar lugar a estos mismos efectos, ya que actúan sobre esos mismos receptores. Y para dar una referencia, la potencia global del fentanilo es aproximadamente 100 veces mayor que la morfina y 50 veces mayor que la heroína”.
Nuestro organismo naturalmente es capaz de producir opioides endógenos, como es el caso de las endorfinas, que entre variadas funciones pueden producir alivio del dolor y generar sensación de bienestar o sensaciones placenteras. “Pero con el fentanilo estamos ante una droga que se asocia a efectos placenteros que van a poder favorecer un uso recreativo y para los que el individuo debe consumir cada vez más para mantener los mismos efectos”, detalló González.
El especialista agregó que este consumo “eventualmente conlleva a la dependencia física y psicológica, más un consumo problemático de altas dosis que pueden llevar a una intoxicación aguda, no solo por el fármaco en sí, sino que porque habitualmente los traficantes mezclan el fentanilo con otras drogas o lo usan como un aditivo en otras drogas complejas, haciendo más complicado el abordaje clínico de una intoxicación, ya que la presencia de múltiples sustancias hace más complejo el diagnóstico y por consiguiente el mismo tratamiento”.
Si bien el fentanilo es un medicamento que tiene un uso clínico, que ya data de varias décadas, González acotó que la problemática reciente radica en que las formas de administración se han ido diversificando en el tiempo, popularizándose otros mecanismos de administración aparte de los clásicos inyectables, lo que complica las medidas de control y detección vigentes, a la vez que amplía el número potencial de consumidores.
“Como droga de abuso, esta sustancia ha ido ganando terreno particularmente rápido en los últimos años y en ningún país existe claridad absoluta de cómo controlar eficientemente la problemática, sin embargo, como en todo lo relativo a abuso de sustancias, se requiere que a nivel general se desarrolle una adecuación más efectiva al respecto, tanto para evitar el consumo abusivo como accidental. Por otro lado, es importante invertir en optimizar y actualizar los métodos de control y detección, junto con un respaldo legislativo que realmente amedrente al narcotráfico y lo vuelva un negocio cada vez menos rentable”.
Desde el punto de vista sanitario, añadió que “los opioides sintéticos, entre los que ya claramente incluimos el fentanilo, hoy están dentro de las drogas que más frecuentemente se asocian a fallecimientos por sobredosis en varios países desarrollados, como es el caso de Estados Unidos, que por cierto tiene un historial de problemas de salud pública por consumo irregular de opioides, tanto terapéuticos como drogas de abuso, respectivamente la morfina, la codeína o la heroína, por ejemplo, y que es un tema que afortunadamente no ha llegado con tal intensidad a nuestro país”.
Y, subrayó que si bien Chile hasta el momento no ha experimentado una realidad similar vinculada a los opioides, y los casos de abusos de droga están más asociados a sustancias más accesibles o fáciles de usar para el consumidor, como es el caso del alcohol, la cocaína y, algunos solventes, “el hecho de que se insertan nuevas drogas siempre es preocupante desde la perspectiva sanitaria, ya que va a ser necesario tomarla en cuenta a la hora de hacer frente a las intoxicaciones a nivel de emergencias, los cuidados clínicos, optimizar los métodos de análisis desde el punto de vista forense incluso”.
Además, indicó que entre las medidas “se debe considerar cambios en el acceso, la comercialización, el resguardo de estos elementos, así como ir evaluando medidas que permitan prevenir las adicciones y facilitar su rehabilitación. En ese sentido, es importante que la autoridad sanitaria y, bueno, la autoridad a modo general establezca planes de control lo antes posible y nunca esperar a llegar a un punto de descontrol como el que tienen otras naciones, como el caso de que acabamos de mencionar para Estados Unidos”.