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De la filtración al intervencionismo: el peor verano de la Cancillería

El área exterior es flanco permanente del gobierno. Ni siquiera en verano esto deja de ser así, y la causa es la debilidad indisimulable de sus directivos. Otrora plataforma de lucimiento y positiva percepción ciudadana, el Ministerio de Relaciones Exteriores chileno hoy es protagonista permanente de escándalos 

Para la Cancillería chilena, el verano debió ser un período tranquilo de recuperación luego de un año en que sus desinteligencias batieron los récords de lo conocido en democracia.

Sin embargo, en poco más de tres semanas, pasamos del bochorno del audio filtrado en CELAC, revelador de la precariedad y división de su plana mayor, a la tragedia nacional de los incendios y la indignación por la automarginación de la Canciller del trabajo en terreno emprendido por sus colegas, y finalmente a la carta del Grupo de Puebla y a las críticas a la respuesta del gobierno ante la interferencia ejercida desde el exterior contra el Estado de Chile.

El área exterior es flanco permanente del gobierno. Ni siquiera en verano esto deja de ser así, y la causa es la debilidad indisimulable de sus directivos. Otrora plataforma de lucimiento y positiva percepción ciudadana, el Ministerio de Relaciones Exteriores chileno hoy es protagonista permanente de escándalos. De no mediar cambios en breve, las chambonadas diplomáticas nacionales podrían inspirar no sólo caricaturas en prensa escrita sino series cómicas de televisión (la BBC lo hizo con éxito hace años con las series “Yes, Minister”, y “Yes, Prime Minister”, donde la incapacidad de miembros del gabinete genera la burla constante de profesionales de la administración pública).

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